Agresiones sin Derechos

Cuando Mahatma Gandhi decía que “La humanidad no puede liberarse de la violencia más que por medio de la no violencia.”  Se refería a no anteponer la otra mejilla, pero tampoco a responder de la misma manera.

Los actos de violencia en los que ha estado sumida Colombia por mucho tiempo no han cambiado mucho, la manera como se genera violencia hacia los otros seres, el desprecio por el otro y no respetar la diferencia, llevan a muchos agresores a pensar que “mi vida vale más que la de otro”, los últimos acontecimientos de violencia me llevan a la reflexión.

Tras los recientes ataques con acido en la ciudad, el quemar dos perros vivos, mascotas de un habitante de calle en la localidad de San Cristóbal, por miembros de la policía Nacional o peor aun la violación, tortura y posterior muerte de una mujer en uno de los parques emblemáticos de la capital, son una muestra de la falta de respeto por el otro, donde se debería educar y enseñar a los hombres a no violar en vez de enseñar a las mujeres a no ser violadas.

Esta educación va desde la niñez, donde se enseñe a los más pequeños que todos somos iguales y merecemos el mismo respetocon los animales y toda clase de manifestación de vida en la tierra.

La violencia que se presenta día a día en la ciudad, donde mujeres son agredidas por sus maridos o compañeros sentimentales, o simplemente por el hecho de ser mujer y considerarlo como el “sexo débil”; aunque no están en ninguna "zona del conflicto armado", forman parte por igual del mismo conflicto que día a día está presente en cada calle de la ciudad.

Como todas las mujeres que viviendo en las grandes ciudades siguen creyendo que esa maldita guerra (la de los actores armados del presente, pero también todos los que han pasado) no tiene nada que ver con ellas porque está lejos, en alguna "zona del conflicto armado". No es así.

Los agresores, los violentos, están en toda parte. No son distintos y crecen a la sombra de un país seducido por el estilo de vida de la ilegalidad, donde el todo vale, donde la violencia doméstica y los mal llamados crímenes pasionales junto a los asesinatos brutales terminan siendo aceptados bajo el manto de la impunidad que siempre termina olvidándolos.    

Las mujeres han dejado pasar de forma desapercibida esas otras "pequeñas violencias" cotidianas aceptándolas sin más. Justifican el insulto. La amenaza. La agresión verbal. El manoteo. La mirada inquisidora o acusadora. Como si el silencio fuera un escudo protector y no una actitud cómplice con el agresor. No enfrentan a los agresores por miedo, por "vivir la fiesta en paz" y otras veces por pereza.


Muchas creen equivocadamente qué, como no son objeto de abuso sexual carnal, lo demás no es maltrato, que no son violentadas. El maltrato físico, el abuso sexual y el maltrato emocional son la combinación segura para un siguiente hecho: el asesinato.   

En las grandes ciudades, aparte del ámbito de las "cuatro paredes" de los hogares, la calle es el lugar dónde mayores agresiones viven  las mujeres. Desde la mirada morbosa e insultante, pasando por la frase o chistecito de doble sentido hasta el piropo ofensivo que menoscaba la dignidad y la integridad moral y emocional de la mujer.


El transporte público masivo, como lo es el transmilenio, donde el asqueroso y atrevido manoseo al que se ven sometidas las mujeres que también ejemplifican un hecho de violencia donde el irrespeto se sale por la ventanas del articulado.

En el ámbito en el que estamos a diario vemos como con cada acto que hacemos se legitima cualquier tipo de violencia: personas LGBTI, Mujeres, Afros, discapacitados, indígenas, etc.  Son víctimas constantes de hechos que menosprecian sus capacidades.

Aún existen construcciones sin facilidades de acceso para personas en condición de discapacidad, homosexuales asesinados por revelar su identidad de género o sacados de su trabajo por esta razón, esas y otras actuaciones hacen parte de la violencia que día a día legitimamos con las actuaciones en diferentes espacios de la sociedad.

Vivir en la localidad de Bosa donde un niño de 13 años es agredido con ácido y enviado al hospital con quemaduras de segundo y tercer grado, que a su vez en la misma localidad la policía haya capturado a tres personas, dos de ellos hermanos, que delinquían en atracos callejeros con estos elementos, dan cuenta de no entender la magnitud de estas agresiones.

Estos diferentes casos de violencia, contra la mujer, los niños o las diferentes poblaciones diferenciales en la ciudad son sinónimo de que una sociedad tiene que reflexionar sobre el sistema tanto judicial y de salud que necesitamos: temas como acceso a la justicia, agilización de los procesos, protocolos de atención en salud y atención en salud mental son temas importantes que tienen que estar en la agenda nacional y distrital.

Pero volviendo al tema… Estoy convencido que tanto hombres como mujeres pueden ser agresores,pero eso no da derecho que nadie le quite la vida a otra persona, así el sistema judicial se quede corto todos los actos de violencia tienen que ser denunciados.

Pero, esto no es suficiente ya que la única manera de tener vida saludable y vivir en armonía y en reconocimiento con el otro, el otro diferente y no igual a los demás, es con el auto-reconocimiento y apropiación de los derechos, tanto civiles como humanos y haciendo que se cumplan, el resto solo es un simple saludo a la bandera y pura teoría.

En mi vista como comunicador social con énfasis en educación, es muy importante que los medios registren casos concretos de mujeres que han podido empezar una nueva vida, después de la denuncia y que la justicia haya actuado como debe.

Creo en la virtud de la pedagogíacon ejemplos positivos para que ayuden a la denuncia y no se quede en eso o se pase a renunciar al acceso a la justicia.

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